Sábado, 26 de abril. Continúa la Frankenspavo II
Son las 9:30h de la mañana, y aquí no se ha despertado nadie. Voy a ver un rato la tele mientras los demás salen del sobre. Mira, están haciendo Bola de Dragón en Cuatro.
Son las 9:30h de la mañana, y aquí no se ha despertado nadie. Voy a ver un rato la tele mientras los demás salen del sobre. Mira, están haciendo Bola de Dragón en Cuatro.
Dos episodios más tarde comienzan a abrirse puertas y empiezan a desfilar muertos vivientes. Es el momento de desayunar. Sacamos los deliciosos manjares que habíamos adquirido gracias a la niña del exorcista. Uno hace el café, otro quema la leche, otro se come la torta de chocolate, aquí todos colaboramos.
Después de desayunar, nos reunimos todos para hablar de lo que íbamos a hacer durante la mañana. Se había hablado de ir a comprar carne-carne, para hacerla en la barbacoa. Así que unos cuantos fuimos a dar una vuelta por el pueblo para comprar pan, carne-carne y otros menesteres. La ida fue muy bien, estábamos en una parte alta del pueblo. La vuelta era más jodia. Cuesta arriba y cargados. Pau, sácate eso de la boca, que estaba en el suelo.
Después de varios jadeos y con la lengua fuera, llegamos a nuestro hogar, momento que aprovechamos para reponer líquidos que habíamos perdido en la excursión.
Como mientras unos bajaban, otros habían empezado a hacer el fuego, tampoco es que pudiésemos descansar mucho. Era ya una buena hora de hacer la comida. Así que unos se subieron a poner la mesa y otros nos quedamos poniendo la carne-carne en la parrilla. Un poco de pollo, unos trozos de panceta, unos chorizos… aquí hay poca carne-carne. No va ha haber para todos, nos la tendremos que repartir como buenos hermanos. Vamos a asar también un poco de verdura, para que luego digan que no somos unos chicos sanos. Pon unas berenjenas, unos pimientos. Venga, esto ya está.
Bueno, ya nos hemos tostado bastante al sol, vámonos a comer lo que nos hayan dejado.
Para nuestra sorpresa, solo quedaba de la carne-carne un poco de pollo y las verduras. Hoy tocaba comida sana para los que estuvimos tostándonos al sol haciendo la carne-carne.
Después tomamos café los que quisimos, estuvimos charlando un rato, y cada cual se fue a donde quiso.
Intentamos jugar a un juego que había preparado con mucho esmero nuestro amigo Francisco, pero a algunos nos pareció demasiado complicado y no cuajó la cosa.
Unos se fueron a dar una vuelta por el monte, otros nos quedamos jugando al Mario Kart en la wii, otros directamente durmieron siesta y otros simplemente se quedaron charlando tranquilamente.
Unos se fueron a dar una vuelta por el monte, otros nos quedamos jugando al Mario Kart en la wii, otros directamente durmieron siesta y otros simplemente se quedaron charlando tranquilamente.
Hacia mitad de tarde, y ya cuando volvieron los excursionistas, era el momento de reunión interna en una habitación. Allí, unos tumbados, otros desparramados por el suelo, estuvimos arreglando el mundo y proponiendo fechas para la Frankenspavo III, así como otras ideas para estar juntos otro fin de semana.
Estos momentos de relax, fueron amenizados por una personita pequeña que al grito de “Guille, Guille”, intentaba jugar con nuestro amigo Guillermo, pero no se dejaba. El punto álgido de la historia llegó cuando Arturo, después de haberse comido alguna galleta y llenarse los morros de chocolate, entró a la habitación, y todos incitamos para que le diese un beso a su querido amiguito. Las sábanas con las que Guillermo se cubría, se llegaron a manchar, pero no conseguimos que se manchase la cara de Guillermo.
Estos momentos de relax, fueron amenizados por una personita pequeña que al grito de “Guille, Guille”, intentaba jugar con nuestro amigo Guillermo, pero no se dejaba. El punto álgido de la historia llegó cuando Arturo, después de haberse comido alguna galleta y llenarse los morros de chocolate, entró a la habitación, y todos incitamos para que le diese un beso a su querido amiguito. Las sábanas con las que Guillermo se cubría, se llegaron a manchar, pero no conseguimos que se manchase la cara de Guillermo.
Después del disfrute de todos, era el momento de hacer la cena. Unas pizzas saciarían el hueco que no había sido rellenado al mediodía por la panceta y los chorizos.
Al terminar de cenar, volvimos a sacar de la cocina las botellitas de licores, a las que se sumó un bidón de cerveza con espuma incluida.
Entre risas y jolgorio, también hubo tiempo para mostrarnos los videos que cada cual llevaba en el móvil, momento que no dejamos escapar para cantar a 9 voces “camino Moria”. Jugamos al psicólogo y ya cuando casi era la hora de amanecer, nos fuimos a la cama.
Concluirá...
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